giovedì 17 febbraio 2011

The Lovecats

Mis gatos amorosos le tienen miedo a Lovecats, de The Cure. ¿Irónico, no?

Fue esta tarde. Volvía a casa después de un día complicado, que venía después de otro día intenso.

Había tenido visitas en casa, que había llevado anoche a cenar a mi restaurante preferido en Barcelona y en el mundo, donde además (lo descubrimos al llegar) había música jazz en vivo; las dos cosas juntas me hubieran bastado para sentirme feliz y privilegiada y volver a casa con una sonrisa y dormirme pensando que qué bella es la vida. Pero no.

Pasaron cosas.
Pasaron cosas de esas que es mejor no perder el tiempo en explicar, porque no merece la pena dedicarle tanta atención a según que tipo de persona, como no merece la pena llevar a este mismo tipo de persona a mi restaurante preferido en Barcelona (y en el mundo) y encima alojarla en mi casa. (error mío, grave imperdonable error, lo admito, pero lo vi demasiado tarde).

Pasaron cosas y llevaba tres días sin agua caliente, ya que el calentador se declaró en huelga el lunes por la mañana mientras yo estaba justamente masajeandome la cabeza con el champú.

Llevaba tres días duchandome con agua fría y por suerte vino el lampista a echarle un ojo al calentador – sí, comenté por la oficina de mi cita con el lampista, y la reacción unánime fue sonrisita maliciosa, guiño de ojo y disertación casi científica sobre de la figura del lampista en el imaginario de las pelis porno. Luego yo me pregunté, al verlo: si evidentemente, a todas las mujeres existentes sobre esta tierra que viven solas y se les estropea el calentador, les entra en casa un lampista que podría ser una mezcla entre Javier Bardem y Nacho Vidal, ¿porqué entonces el que entró en la mía era más bien una mezcla entre Papa Noel y mi abuelo, vamos, de lo menos sexual que vi en mi vida, si bien (he de reconocer) muy amable?

Pasaron cosas y no tenía agua caliente y vino el lampista y dijo muy probablemente hay que cambiar el calentador (que tiene catorce años, catorce) y llamamos a la dueña y la dueña no parecía muy contenta de tener que sacar dinero para cambiar el calentador para que yo pudiera ducharme con agua caliente.

En fin, un día complicado que llegaba después de otro día intenso. Quería escribir un post de mala leche, un elenco de las cosas que odio, de las personas que odio, de las situaciones que odio.

Encendí el portatil, me hice algo de cenar, tomé un zumito, puse The Cure. Los gatos se me acercaron, discretos, cariñosos, se sentaron en mis piernas ronroneando, tan gentiles, suaves, bonitos, y la música y el quesito y el zumo, y mis gatos gorditos, todo este amor hizo que se me borrara el discurso que tenía preparado en mi cabeza. Cerré el portatil.

Y ahí fue cuando sonó Lovecats. No sé porque, tuvo que ser el ruidito del principio, ¿cómo se le podría describir? Un silbadito, un tin-tin, un chin-chin, este ruido, ¡este! les aterrorizó, y saltaron de repente y se escondieron volando detrás de la mesa. Los dos. Al mismo tiempo. Y desde detrás de la pata de la mesa, miraban el equipo de sonido, como si de él salieran demonios. Y todo esto durante los 3'39'' completos de Lovecats. La canción terminó, se esperaron unos segundos a ver por si a caso volvían los demonios, y cuando vieron que los demonios ya se habían ido definitivamente, volvieron a acurrucarse en mis piernas.

Me quedé tan chocada que abrí el portatil de vuelta. Para escribir que mis gatos amorosos le tienen miedo a Lovecats. Irónico, ¿no?

3 commenti:

fernando ha detto...

No solo los gatos le tienen miedo al amor...sino, fíjate en las personas...cada vez escapan más de ese estado que se llama enamoramiento. Es paradójico que pase con tus gatos, aunque podríamos decir que el hombre tambiés es un animal! Besos Pao

fernando ha detto...

Feliz día de la mujer trabajadora!!!!

maria ha detto...

Que lindos tus gatitos! Tu post me ha hecho escuchar la canción, que no la conocía, y de hecho es un poco estridente... (aunque tampoco conozco como son el resto de The Cure), pero con esos maullidos de fondo y lo sensibles de oído que son los gatos...

Posta un commento