lunedì 5 marzo 2012

Requiem for a Candado



Agarrado bien fuerte a la mochila que llevaba en mis hombros, ha viajado por tierras lejanas y desconocidas.

Mi candado.
Pocos candados podrán contar
que han llegado a ver las Torres del Paine en un espléndido día de sol, a sentir las vibraciones de las piedras en el Machu Picchu,
a reflejarse en las aguas de colores de las lagunas de Bolivia
que conocen las villas de Buenos Aires y las favelas de Rio
y los parajes incontaminados de Cabo Polonio.

Él vivió estas y miles experiencias más, siempre con humildad y alegría
y tras superar todo tipo de aventura se fue hoy, de repente, dejándome desconcertada y llena de conmoción y preguntas sin resolver,
en el vestuario femenino del gimnasio del Club Natació Atlètic-Barceloneta
a las horas 20:04
despiadadamente despedazado por una tenaza del personal de mantenimiento
bajo mi mirada desconsolada e impotente.

Gracias por todo candado, te echaré de menos.
eras un buen candado. Un candado honesto, simple, sin aires de superioridad
cumplías con tu trabajo de la manera más noble y natural.
un candado de pocas palabras
pero capaz de hechos contundentes.

No sé si algún día llegaré a perdonarme
por haber dejado tus llavitas dentro del bolsillo
de la mochila
que estaba dentro del armarito

que cerré
en un click de candado perfecto,
milimétrico, mortal.



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