Cuando el verano del año pasado tuve que regalar mi bicicleta, me
prometí a mi misma: le voy a dedicar un post. Pero luego no se me
ocurría nada bastante bonito, bastante nostálgico y bastante
divertido como para celebrarla, de repente me nacía alguna idea pero
cuando la formulaba por escrito ya no me parecía lo suficientemente
fuerte, en fin, que nunca lo hice.
Pasó lo mismo esta primavera, cuando me operé de los ojos y
abandoné para siempre mis gafas en el fondo del cajón. Tampoco
escribí nada.
Ahora voy a dejar mi querido piso, y "el barrio" ya no
será mi barrio en un par de semanas nomás, y ya son tantos los
adioses que tengo que dar, que se me acumulan las penas en el alma y van saliendo solas y se van acomodando en esta hoja de papel
virtual, moviendo mis dedos sobre el teclado sin pasar antes por el
control/censura de mi cerebro, míralas, ahí van escribiéndose a si
mismas, sin saber muy bien ni ellas en qué forma se van a poner.
Empecemos.
Gracias y adiós a ti, compañera, luchadora, bicicleta adorada
que me has acompañado en todas las aventuras y desventuras de mis
primeros cinco años y pico en Barcelona. Eras lo más guay que
existe en este mundo.
¿Recuerdas las veces que te dejaba sola, atada en plaza Rejal
pues volvía a casa ni siquiera sabía cómo ni con quién, y luego
al día siguiente por la tarde tenía que estar reflexionando entre 3
y 25 minutos (dependiendo del estado) para recordarme dónde había
sido la última vez que te había visto, y te volvía a buscar igual
que vuelve un marido que se olvida a su mujer en la estación de
servicio de la autopista, y tú ahí estabas, noble, digna,
impecable, sin regañarme nunca, y volvías a concederme el honor de
pedalearte hasta nuestro hogar? ¡Qué tiempos aquellos!
Y cuando volvíamos hasta el Guinardó después de que yo
trabajara en el restaurante – y saliera de fiesta con los
compañeros del restaurante- toda la noche, subiendo lentamente la
ciudad mientras el sol nacía, a principios de verano, cuando hace
fresquito todavía al amanecer pero ya se huele una esperanza de
calor que está a punto de poseer el aire... ¿recuerdas?
Y cuando aquel día subí las Ramblas hasta Plaza Catalunya con
Marcos, yo agarrándote de un lado del manillar y él del otro, las
otras manos juntas encima de tu sillín... ¿recuerdas? Fue uno de
los momentos más bonitos de mi vida. Y tú estabas ahí.
¿Y cuando corría del trabajo al Casal, y cuando corría de casa
a clase de Foto, y cuando corría de clase de Foto a no sé dónde ya
que siempre íbamos corriendo a todas partes, y aquella vez que tuvimos que dormir en la playa porque me había dejado las llaves de casa encerradas en el trabajo y te intentaron robar (y no lo consiguieron, por supuesto, ya que yo dormía como duermen los gatos, con un ojo abierto y vigilando), y aquella vez que nos atropelló una furgoneta y tú te quedaste toda torcida, que te tuve que llevar al taller, mientras yo milagrosamente no me hice ni un rasguño, y aquella vez que casi
atropellé a un abuelo y para esquivarlo me tiré (nos tiré) de
un lado de la calle, planeando en un vuelo que se parecía a algo
entre un paso de break dance y una acrobacia del Cirque du Soleil...?
Y cuántas, cuántas cosas más podría seguir contando. Fue muy dura
decisión, la que tomé, cuando te dejé en el taller de Alex el
brasileño, el de al lado de Santa Caterina, el que ya en los últimos
meses te veía más a menudo a ti que a sus novias, y que cada vez
con el mismo cariño y la misma paciencia volvía a arreglar lo que algún maldito vándalo borracho que andaba por ahí te había
desarreglado. Un año viviendo en la calle no lo soporta nadie, ni
siquiera una guerrera como tú, especialmente si es una calle del
Bronx de Barcelona.
Ahora voy en bicing - sobre el que no me voy a expresar ahora ya que merecería un post todo para si - algún día volveré seguramente a tener una bicicleta "mía", pero no cabe duda de que nunca ninguna
(ni siquiera una Brompton blanca como la que me gustaba tanto) podrá
llegar a ocupar tu sitio en mi corazón. Y aquí lo dejo porque me
pongo demasiado triste.
Gracias y adiós, gafas, la verdad es que no os extraño para
nada, pero fuisteis parte de mi durante muchos años y reconozco que
os debería una despedida con algo de sentimiento, además que aún menos
extraño a las lentillas, y de hecho está claro que nunca, ni bajo
tortura, escribiré ningún gracias y ningún adiós con sentimiento para ellas.
Y pisito, pisito hermoso del que me enamoré nomás entrar y en el
que he vivido feliz durante dos años y medio, ¡cuántas y cuán
inenarrables cosas han pasado dentro de estos cuatro muros!
Las siestas en el sofá con la brisa que entraba por la puerta
ventana abierta, las visitas de mis padres -madre cocinando y padre
arreglando cosas todo el tiempo, que parecía que se las inventara con tanto de estar ocupado arreglando- los amigos que venían en el verano
convirtiéndote en un hostal, la Sirena del sexo con sus noches de
lujuria, Pantoufle y Léon que llegaron como dos bolitas asustadas y
ahora son dos tigres impávidos, o aquella vez que... bueno esto no
se puede contar, pero aquella otra vez que... ehm no, esto tampoco.
Hein, Judith?! Ja!
Si hay que decir la verdad, no echaré de menos la bombona de gas
que se acaba mientras me estoy duchando en enero, o subir las tres
plantas cargada de bolsas del super más el saco de piedras de los
gatos, o los timbres de todos los demás pisos que suenan en el mío
(misterio aún sin resolver) o ser atracada en la puerta de casa,
pero también digo la verdad cuando digo que aquí dentro dejaré un
gran pedazo de mi vida.
Saldré entonces, a coger otro pedazo de vida nuevo que ahí está esperándome. Pero en
alguna esquina de mi ser seguiré pensando en mi misma como en la
chica que vive en el Born en aquel pisito de paredes amarillas, la de
gafitas de pasta negras de cultureta, la que siempre va a todos lados con su vieja bici destruida.
Soundtrack: Ennio Morricone, Nuovo Cinema Paradiso
3 commenti:
Ah!¡qué literaria es la Nostalgia mi querida Pao! especialmente cuando se es joven y libre!!! No te imagino sin las "gafitas", espero verte pronto!
Abrazos desde Buenos Aires. Norma
Gracias Norma! qué placer recibir tu comentario. Pues sí: joven, libre y más feliz que nunca en esta etapa de mi vida, pero parece ser que un poco de "saudade" nunca me abandona : )
No sé cuando volveré a ver a mi linda Buenos Aires... pero está claro que tú estás bienvenida en Barcelona y en mi casa cuando quieras!
Un abrazo grande,
Pao
Hola, Como me gustó tu post, lo utilicé como fuente para mis artículos. Este es el sitio donde se publicarán:portad as para faceb ook saludos
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