martedì 14 aprile 2009

El Buho.

No sé que pasa, no sé cual es la razón por la cual en cada lugar acabo por hacerme amiga de los artesanos.
Será que estoy fascinada por la capacidad -ya casi perdida por el ser humano moderno- de crear cada tipo de objetos con las propias manos, será que quedan rastros en mi de alguna vida anterior de bohemia. Será que ellos como yo preferimos a los boliches fashion de Palermo Hollywood, una cerveza en Plaza Dorrego, San Telmo.

Me gusta estar con ellos: me hacen sentir segura, ya que conocen a todos los chorros de la zona, con los cuales tienen una relación de mutuo respeto, o más bien un vive y deja vivir sutilmente rodeado por un callado -y también mutuo- desprecio.

Quizás yo tuve suerte, pero a pesar del estereotipo y de los prejuicios que los acompañan, los artesanos que conocí donde sea durante mi viaje son personas nobles, respetuosas y sobretodo libres.
Cada uno tiene su historia, su camino, sus recuerdos. Todos están curtidos de una manera o de otra por la vida que han vivido en primera persona desde muy chicos.

El Buho es de Lima, tiene 24 añitos, una compañera argentina y un hijo de un año y dos meses.
No sé como se llama, tiene un nombre Quechua: se lo pregunté varias veces y nunca conseguí pillarlo. El sonido que pude grabar en mi cabeza corresponde más o menos a "elbú-oh": para mi es y será para siempre el Buho.

No es especialmente guapo, pero está bendito por el divino don del encanto: rasgos bien indios, ojos líquidos de petróleo y un sentido del humor excepcional.
Habla en una mezcla rara de peruano y chileno, condimentada con varias expresiones argentinas, resultado de años pasados viajando y trabajando por tierras sudamericanas.

Entre una cerveza y la otra, el Buho me cuenta un poco en broma y mucho más en serio que está buscando "el amor de su visa": una mujer europea que (gracias a su amor) le permita pasar sin problemas legales las fronteras del viejo mundo.

Y luego añade, esto sí totalmente en serio: solo me gustaría conocer a Europa, viajar un tiempo y volver acá. Es que para vivir no hay lugar mejor para mi que mi tierra: Latinoamérica.

2 commenti:

vali ha detto...

te lo raccontava e basta o ti proponeva di essere la sua "mujer europea"??

Paola B. ha detto...

ahah, no no, me lo raccontava solo! e con una dose di ironia che metá basta...

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