martedì 19 gennaio 2010

El Paki

Adoro el Paki debajo de casa.
Es mi salvación. Cuando vuelvo por las noches, después de un cine, pensando en que no tengo ni idea de que cocinarme para el día siguiente, las luces del Paki me llaman desde lejos, y ya se me ocurren todas las soluciones posibles para apañar una comida digna.
Y los domingos por la mañana, cuando entreabro los ojos a las 12:30 y abro la nevera a las 12:31 y lo que veo es la nada en toda su potencia, la imagen del Paki se me materializa delante y ya sé que en pocos minutos voy a tener un desayuno de princesa.

Parece que esté abierto 24/7. Y parece que siempre esté el mismo chico atendiendo. Ahora que escribo me doy cuenta de que ni sé como se llama. Nunca nos hemos presentado, aunque lleve varios meses yendo a comprar ahí por lo menos una vez por semana, y siempre tenemos algo de que charlar.

Este chico es un encanto. Sin lugar a duda es bueno en su trabajo: tiene expresas dotes comerciales, y las maneras educadas y amables de los tiempos pasados. En su intento de castellano mete todo el esfuerzo posible para hacer sentir al cliente totalmente a gusto.

No sé si lo hace con todos los clientes asiduos (supongo que sí, aunque me gustaría que lo hiciera solo conmigo) pero cada vez me hace un descuento, enseñandome el precio original de algún producto para que me quede claro que me lo está cobrando menos caro. Incluso a veces me regala cosas. Un día una cajita de quesitos, de esos blandos para bebés o para que se derritan en las sopas de verduras. Me dijo tan sencillamente: te los regalo porque caducan en dos días, pero aún están buenos, los puedes aprovechar. Y yo encantada, vamos, como no los iba a aprovechar.
Una noche al vaciar la bolsa de la compra me encontré un chupa-chups de fresa. Ni me había enterado de que me lo había puesto dentro. ¡Qué bonito es!

Esta tarde pasó el hecho culminante por el cual decidí escribir sobre él.
Normalmente pago con tarjeta, lo que significa esperarme cada vez esos 10-15 minutos que tarda el aparato en encenderse y en activarse (y ahí es cuando charlamos) (ni idea del porque lo enciende y lo apaga cada vez).
Pues esta tarde dicho aparatito no funcionaba, así que le dije: ah…pero no llevo dinero… pues te dejo todo aquí, voy a sacar y vuelvo (hay una Caixa a dos cuadras) (bueno, es que hay una Caixa cada dos cuadras en Barcelona)

Y me dice: no, no, no te preocupes, llevate todo y mañana me pagas.
"Llévate-todo-y-mañana-me-pagas."
Insisto qué no. Insiste qué sí. Vale, digo, muchas gracias amigo. Y me voy.

Ahora, es obvio que voy a pagar, es obvio que él lo sabe y confía porque me ve siempre, pero este gesto al parecer pequeño me dejó impresionada.
Me hizo acordar de cuando era niña y por las mañanas antes de tomar el bus para el cole, entraba en lo de “la Valdina”, la panadera del pueblo: me llevaba algo para merendar, y lo dejaba para que lo pagase mi madre al día siguiente. Claro, aquello era un pueblo, es más, el barrio de un pueblo (una calle, básicamente)
Esta es Barcelona, una gran ciudad que cada vez más se está hundiendo en la indiferencia, en la desconfianza, en la alienación típicas de las grandes ciudades. (pese a mi amor desconfinado, tengo que admitirlo: Barcelona ya dejó de ser una ciudad a la medida del hombre)

Pues eso de “mañana me pagas” fue como una inyección de optimismo, me hizo bien al corazón, en fin me hizo pensar que todavía hay esperanza, ¡gente! que no está todo perdido, que aún se ven por ahí seres “humanos”.



.......



Adoro il Paki sotto casa. (“Paki”: negozietto-bottega di alimentari e dituttounpo' tipicamente gestito da Pakistani o Indiani, diffusissimo a Barcellona. Ha soppiantato il “Chino”, stesso concetto ma evidentemente diversa nazionalitá, nda).
È la mia salvezza. Quando torno di notte, dopo il cinema, pensando che non ho idea di cosa cucinare per il giorno dopo, le luci del Paki mi chiamano da lontano, e giá mi vengono in mente tutte le soluzioni possibili per rimediare un pranzo degno.
E la domenica mattina, quando apro gli occhi alle 12:30 e spalanco il frigo alle 12:31 e ció che vedo è il nulla in tutta la sua potenza, l’immagine del Paki mi si materializza davanti e so giá che in pochi minuti avró una colazione da principessa.

Sembra che resti aperto 24/7. E sembra che ci sia sempre lo stesso ragazzo a servire. Ora che scrivo mi rendo conto che nemmeno so come si chiama. Non ci siamo mai presentati, nonostante vada a fare la spesa da lui almeno una volta alla settimana, e abbiamo sempre qualcosa di cui chiacchierare.

Questo ragazzo è un gioiello. Senza dubbio è bravo nel suo lavoro: possiede espresse doti commerciali, e le maniere educate e gentili dei tempi passati. Nel suo tentativo di spagnolo mette tutto lo sforzo possibile per far sentire il cliente totalmente a suo agio.

Non so se lo fa con tutti i clienti assidui (suppongo di sí, anche se mi piacerebbe che lo facesse solo con me), ma ogni volta mi fa uno sconto, mostrandomi il prezzo originale del prodotto perchè mi sia chiaro che me lo sta facendo pagare meno. A volte poi mi regala qualcosa. Un giorno una confezione di formaggini, quelli molli per i bimbi o da sciogliere nei minestroni di verdure. Mi disse con tutta semplicitá: te li regalo perchè scadono tra due giorni, peró sono ancora buoni, li puoi usare. E io felicissima, ci mancherebbe che non li uso.
Una sera svuotando la borsa della spesa mi trovai un chupa-chups alla fragola. Non mi ero nemmeno accorta che me lo avesse messo dentro. Che carino!

Stasera è successo il fatto culminante per cui ho deciso di scrivere di lui.
Di solito pago con il bancomat, il che significa aspettare ogni volta quei 10-15 minuti necessari all’apparecchio per accendersi e attivarsi (qui è quando chiacchieriamo) (chissá perchè poi lo accende e lo spegne ogni volta).
Dunque, stasera tale apparecchietto non funzionava, quindi gli ho detto: ah... solo che non ho contanti… senti ti lascio tutto qui, vado a prelevare e torno (c’è una Caixa –la banca su cui ho il conto- a due isolati) (beh, in realtá c’è una Caixa ogni due isolati a Barcellona)

E lui mi dice: no, no, non ti preoccupare, portati via tutto e mi paghi domani.
"Portati-via-tutto-e-mi-paghi-domani."
Insisto di no. Insiste di sí. Ok, gli dico, grazie amico. E me ne vado.

Ora, è ovvio che torneró a pagare, è ovvio che lui lo sa e si fida perchè mi vede sempre, ma questo gesto che sembra cosí piccolo mi ha impressionata.
Mi ha fatto ricordare di quando ero bambina, e la mattina prima di andare a scuola passavo dalla “Valdina”, la panettiera del paese: prendevo qualcosa per la merenda e lo lasciavo sul conto di mia madre che lo avrebbe pagato il giorno dopo.
Chiaro, quello era un paesino, anzi, il rione di un paesino (una strada, fondamentalmente).
Questa è Barcellona, una grande cittá che ogni giorno di piú sta sprofondando nell’indifferenza, nella sfiducia, nell’alienazione tipiche delle grandi cittá. (malgrado il mio amore sconfinato, devo ammetterlo: Barcellona ha giá smesso di essere una cittá a misura d’uomo).

Ecco, quel “mi paghi domani” è stato come un'iniezione di ottimismo, mi ha fatto bene al cuore, insomma mi ha fatto pensare che c’è ancora speranza, gente! che non tutto è perduto, che ancora si vedono in giro esseri “umani”.

2 commenti:

Anonimo ha detto...

Hola! soy una chica, de 26 años. Hace unos meses me crucé con tu blog...me encanta! Siempre he soñado con vivir en Barcelona y casualmente, siempre fuí una enamorada de Italia, por lo que viví allí algun tiempo...allora mi emoziona quando ti leggo in Italiano! mi trovvo a casa!
Te doy mi mas sincera enhorabuena!

Paola B. ha detto...

Ma grazie mille!
no imaginas la ilusión que me hace cuando alguien me deja un comentario como el tuyo... y más aún si no viene de mi entorno familiar o de amigos (vamos, que ellos no son objetivos, ya se sabe!)
pues muchas gracias y por favor no te cortes nunca en dejar tus opiniones!

Posta un commento