sabato 6 dicembre 2008

Llegué a Piriápolis por la tarde

Di una vuelta en bici y al cabo de dos horas había decidido que, muy lindo, pero aquí no me voy a quedar más que un día.

Me dediqué a la lectura de La Novela Luminosa, de Mario Levrero, un libro que había comprado en Montevideo (en Tristán Narvaja, la calle de las librerías) después de haber vuelto loco al chico que me atendió, pidiéndole consejos sobre autores uruguayos, ya que yo no conocía (ignorante).

Lo volví loco, pero al final me llevé cuatro libros (y su mail - tendría que escribirle de echo, ya que el libro me está encantando y él tenía pinta de ser un chico muy interesante, además muy guapo, con estos ojazos oscuros - qué les pasa a los uruguayos, estan todos riquísimos - sí, definitivamente le voy a escribir).

Uno de los cuatro libros me lo regaló, pues lo había elegido yo por instinto y él no conocía el autor (aguanten los autores desconocidos). Bueno, no es que me lo regalara por esta razón, o igual sí, ya que probablemente nadie se iba a llevar ese librito de segunda mano pagando - pero el título me inspiró, qué le vamos a hacer. Total, me lo regaló, una razón más para escribirle.

Entonces, yo estaba sentada en la mesa de una heladería frente al mar, totalmente absorta en la lectura del diario de este loco, cuando desde una mesa cercana alguien me habló. Me costó levantar los ojos del libro, pero lo conseguí y vi que quien me hablaba era un chico joven, que me preguntaba si no conocía no se cual inmobiliaria de la zona.

No, no soy de aquí, ah, de donde sos, Italia, Italia?! Sí, Italia.
Después de la inevitable pregunta e igual de inevitable sorpresa a mi respuesta (viajas sola?!?!) (qué pasa, está prohibido, que todo el mundo alucina?) me invitó a su mesa.

Dudé.
Mario Levrero me tenía enganchada y no estaba en un día especialmente sociable. Pero precisamente por esta razón (mi constante lucha en contra del monstruo antisocial que yace en mi, escondido detrás de la faceta de fiestera) hice un esfuerzo, cerré el libro (perdóname, Mario) y fui.

Empezamos a contarnos nuestras vidas. Él, porteño, treinta años, casado desde hace tres, un hijo de dos, estaba buscando en Piriápolis un departamento en alquiler para pasar con su familia las vacaciones de enero.
Qué bonito.

-Querés un helado?
-No, gracias, acabo de tomar uno.
-Vamos a dar un paseo, querés?
-Mnh, es que yo ahora me iba a la playa...
-Ah, bárbaro, vamos!
(no te había invitado, pero bueno, vamos)

Y fuimos, y nos sentamos los dos sobre mi toalla pues él no tenía, pero casi no me dejaba espacio, se acercaba y se acercaba y me obligaba a hacerme un poquito más allá y un poquito más aún, hasta terminar en la arena.
Empezaba a ponerme nerviosa y a echar de menos a Mario Levrero.
Estaba a punto de sacarlo del bolso y volver a aislarme cuando oigo las siguientes palabras:

"Te-puedo-dar-un-beso?"

Creo que él mismo se asombró de mi asombro. QUÉ?
-Pero como un beso, si tienes mujer! (y aún intentaba mantener la sonrisa puesta)
-Bueeeeno, pero está todo bien, por un momento de diversión...

Sí, dijo exactamente: "por un momento de diversión".

Y a parte que, YO, no soy un momento de diversión, pero, qué pasa? Por ser Europea, soy una chica facil, por ser una mujer que viaja sola, por no cerrarme en mi misma y hablar con todos, soy una puta?

Vale, soy Europea, y mi manera de vivir es probablemente más liberal (o menos hipócrita) que la de las mujeres de aquí, y sí, la verdad es que me tiro a quién quiero, a quien quiero YO, siempre y cuando se me salga de los cojones A MI. (Dora, esto no es que tenga que saberlo mamá, eh!)

Pero, a parte todo esto, tú que me acabas de hablar de lo bonita que es tu familia y de las bonitas que van a ser vuestras vacaciones en Piriápolis, tú que llevas tatuado en el brazo el nombre de tu hijo... me permites decirlo a tu manera? Che, loco, qué hombre de mierda sos.

2 commenti:

Anonimo ha detto...

Paola: no es por viajar sola, o ser europea, el hombre porteño (o la mayoría, no hay que generalizar) es así: hipócrita, necesitan afirmar su masculinidad de esa manera. Estuve muchos años solterita por haberme encontrado con ejemplares como ese. Es la idiosincracia del argentino: lindo o feo todos se creen "Don Juan"
Tienen su encanto, pero suelen ser muyyy gilipollas...

Anonimo ha detto...

Grande Po!per quello che ho capito questo tipo che hai incontrato è un gran bel pezzo di merda!!
parola di neo-moglie!!
già che ci sono..grazie Po dei tuoi racconti, mi fai viaggiare tantissimo col pensiero..
è bello seguirti!
ehi, se non ci risentiamo:BUON NATALE!!
UN BESITO!ANGE

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