martedì 2 dicembre 2008

La Bella Durmida

Llegué a Montevideo después de la tempestad.
La última noche en Buenos Aires no paró de llover, y desde mi cuarto, sin poder dormir, escuchaba truenos, alarmas y perros ladrando.
A la mañana seguía lloviznando, y mi despedida de Buenos Aires quedó envuelta en un velo sutil de tristeza y humedad.

Por la tarde, Montevideo me saludaba tímidamente, asomando la cabeza desde el Río, debajo de un cielo gris cargado de nubes.

Las calles, los palacios, las grandes plazas, la escollera del puerto, todo lo que veo caminando por la ciudad me parece lindo, pero de una belleza lejana, sin brillo, sin vitalidad.
Quizás sea el contrasto con Buenos Aires, quizás el cielo nublado, pero Montevideo se muestra a mis ojos como una Bella Durmiente.
Deja que entre en ella sin rechazarme, pero sin apasionarse tampoco, y se queda quieta, mirándome como detrás de un cristal mojado de lluvia.
Sin embargo, la nostalgia que desprende tiene un olor tan dulce que termina por emborracharme y silenciosamente, sin que me de cuenta, me hace suya.

Los uruguayos son gentiles y reservados, tan atractivos y encantadores como los primos del otro lado del río, pero mucho más humildes.
Las miradas de los hombres por la calle también parecen difuminadas de melancolía.
La gente en los bares, en las tiendas, en la escollera, nunca parece estar ahí de verdad, sino que parece llegar de una dimensión paralela, de un tiempo pasado y olvidado.

Montevideo: bella y dormida, atascada en el tiempo, ciudad irreal.



Llegando a la escollera del Puerto



Pescador



Padre y hijo pescando


Cabezas


Chicos con mate


La escollera





Chicos y bicicletas

Coche Montevideano



Comiendo en el Mercado del Puerto con Nadia y Jorge


La Feria de Tristán de Narvaja: patines ochenteros



Mandos a distancia y calavera



Monedas antiguas - incluso hay Liras



La cinta de Woody Woodpecker en 6mm



Carnet del colegio del 1969



Dientes (?¿?¿)



Gatito uruguayo - ¡es el sosia de mi Bubulina!
Imprescindible en Montevideo: comer un rico asado en el Mercado del Puerto, perderse por la calle de las librerías antiguas que le da el nombre a la Feria de las pulgas de Tristán Narvaja, donde encuentras de todo y su contrario, tomar un cappuccino con medialuna rellena de jamón y queso en el café Brasilero, pasear en bicicleta a lo largo del río de La Plata hasta llegar a Pocitos, el barrio moderno y "bien".

3 commenti:

Anonimo ha detto...

very nice

Anonimo ha detto...

Pao: hermosa tu descripción de Montevideo! Para nosotros, los argentinos, los uruguayos son "lo que dejamos de ser" nuestro "tiempo perdido"... por eso a muchos nos gusta tanto cruzar el Río de la Plata, resulta como volver a la Infancia, a la inocencia que ya no tenemos...
Norma

Anonimo ha detto...

Fiorellino...sono li con te...hai su la maglietta gialla che ti ho regalato io... Devo ancora ri-leggere tutta questa parte intitolata "La Bella Durmida" ma l'occhio mi è caduto sulla foto con Nadia e Jorge...SEI UNO SCHIANTO...anche le altre foto meritano di brutto...riesci a cogliere sempre il particolare... Ti abbraccio forte, Manuelita! TVB

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